Entender que toda comunicación involucra un emisor codificando sus pensamientos en símbolos, palabras o señales, y un receptor decodificando esos símbolos de vuelta en significado. Reconocer que la mala comunicación a menudo ocurre cuando la codificación intencionada del emisor no coincide con el proceso de decodificación del receptor debido a diferentes contextos, experiencias o trasfondos culturales.